Este país nos encanta, desde los tulipanes hasta los super museos, sin olvidar la simpatía de sus habitantes y la belleza de sus paisajes. Durante los tres años que hemos pasado en Alemania hemos visitado los Paises Bajos en numerosas ocasiones y una de las mejores experiencias al conocer Holanda fue la del Mercado de Quesos de Alkmaar.
La curiosa tradición holandesa del mercado de quesos de Alkmaar
Situada en medio de los fértiles campos de los polders, es una ciudad de tamaño medio, comercial y muy animada. Conserva bastantes edificios medievales y renacentistas, así como parte de las poderosas murallas que le permitieron resistirse a las tropas de Felipe II en 1573. En una casa se puede ver una bala de cañón incrustada, recuerdo del asedio español. En el Waag, edificio de la Balanza Pública, se encuentra el Museo Nacional del Queso y en la plaza anexa se celebra los viernes por la mañana, de abril a septiembre el Mercado del Queso más importante de Holanda.
Desde el siglo XIV, cada viernes más de 2000 quesos de transportan en barcazas por el canal de la ciudad y se presentan a los compradores llevados de 8 en 8 por los kaasdragers. Tanto ellos como los zetters, ingooiers y los waagmesters forman parte de un espectáculo que es parte de la tradición holandesa más original.
Hay miles de quesos de grandes dimensiones, amarillos los destinados al consumo interior y rojos los que serán exportados. Se realiza un curioso ceremonial de prueba de los quesos por los catadores. Y doy fe de que también por los espectadores, y su posterior traslado en una especie de curiosas barcas llevadas a hombros por porteadores. Estos van vestidos de blanco y con sombreros de paja rojos y amarillos con lazos. Es una fiesta colorista y nutritiva. También transportan los quesos en grandes barcas que circulan por el canal junto a la plaza.